jueves, 18 de octubre de 2007

El 14 de octubre de ....

Hace 515 años don Cristóbal estaba comiéndose un cocido a bordo de la carabela La Pinta. Le gustaba La Pinta, o mejor dicho, La Pintá que era como la llamaba la tripulación. Después de haberle cambiado las velas triangulares por las cuadradas en La Gomera, una noche llegó a dar 15 millas a la hora.- Rediós - le habia dicho el piloto Don Cristóbal García Xarmiento (tocayo, claro) al capitán Don Martín Pinzón. -No blasfeme vuesa merced, don Cristóbal, no vaya a ser que el altísimo se fije en nosotros y nos mande una galerna-. El altísimo se fijó en ellos y les mandó un par de días de calma chicha. - Os lo dije, don Cristóbal- espetó Martín Pinzón al piloto que en ese momento estaba junto a los obenques de babor del palo trinquete orinando hacia el océano. -Como mandéis, capitán, como mandéis- le gritó don Cristóbal subiéndose los calzones y, por lo bajini, -mal rayo le parta a vuesa merced-.
Todo esto no lo supo Colón hasta esa misma mañana. En realidad solo lo de haber dado quince millas en una hora, el resto nadie se lo contó.
Volviendo al asunto, La Pintá se encontraba fondeada frente a Guanahaní y con la cuchara en la mano, don Cristóbal Colón estaba dándole vueltas a ver qué nombre le ponía a la dichosa islita que se había interpuesto en su ruta hacia el oeste. Terminado el plato de cocido, -Vaya si estaba bueno. Este jodío despensero es un auténtico "chef"- dijo para sí Colón. -¿Chef?, pero qué coño digo si yo no sé francés- se dirigió hacia una de las portas de babor que estaba abierta para ventilar el sollado, con idea de arrojar los restos del cocido, un puñadillo de gorgojos y los grumos oscuros que suponía tocino, al mar. Se asomó alargándose ligeramente y comenzó con la tarea. En esto, un balance de la carabela hizo oscilar la porta que se soltó de su fijación y fue a cerrarse, con tan mala fortuna que atrapó el cuerpo del futuro almirante de la mar océana un poco más abajo de los hombros. -¡Cagonlaleche puñetera!- Vino a decir don Cristóbal y seguido gritó -¡Bernal! ¡Bernal! Dónde cojones te metes y ven pacá echando ostias, coño, que me quedao pillao con la puta porta y no puedo salir, la madre que me parió- Bernal, el sirviente, oyó la sarta de improperios y acudió rápido al origen del griterío que, al parecer venía del exterior. Al pasar por el sollado hacia la escalera vio el cuerpo atrapado del jefe y málamente pudo contener una risotada. -No se apure vuesa merced que en un instante le saco de ahí- dijo Bernal acercándose hacia Colón que pataleaba con furia intentando librarse de la pesada porta. Con esfuerzo, Bernal tiró del cabo que la izaba y con un as de guía lo fijó a la cornamusa hábilmente. -Gracias a Dios- dijo don Cristóbal -que manera más estúpida de quedarse trabado. Haré azotar al responsablede esta pieza.- Luego se lo pensó mejor y prefirió mantener la boca cerrada no fuera que Don Pedro Gutiérrez, el admisnitrador real, fuera con el cuento a Doña Isabel de que le había dado el mando de la expedición a un fulano que no sabía ni limpiarse el plato de viandas sin armar un revuelo del copón. -Bernal, eres mi dicha, eres mi salvador..... salvador.... ¡Ya está, llamaremos a esta jodida isla, San Salvador! Eres el puto amo, Bernal, gracias tío.- Dijo eufóricamente don Cristóbal Colón, preguntándose al mismo tiempo de dónde coño le había salido esa forma de hablar.....

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